martes, 25 de mayo de 2010

Dodecaedro

2/06/74

El cielo nunca ha sido empático conmigo:
Cuando más me apago, cuando estoy totalmente disuelta en cenizas, el sol se empeña en abrir sus alas y apartar a todas las nubes intrusas que eclipsan su destello, demostrándome que está ahí, gobernando las alturas con todo su brillo.

¡Estúpido círculo amarillo que en mis días lúgubres me mira desde el edén con su enorme sonrisa de rayo a rayo!...A veces, sólo a veces, puedo oír su voz, una melodía acompañada de carcajadas hirientes que me gritan desde lo alto “Tú, simple mortal entre la chusma, contempla mi esplendor, el calor envolvente de mis rayos sobre una patética esfera azul a la que llamas Tierra”

Y otro día más, como los ya pasados, se despide guiñándome un ojo y se marcha con paso alegre, desvaneciéndose en la lontananza...

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