domingo, 4 de septiembre de 2011

Y allí...

Y allí estábamos tú y yo, dos completos desconocidos compartiendo ese banco, ese silencio y esa historia innombrable y clandestina...
Ambos besamos labios prohibidos desencadenando así un torbellino de emociones, siendo partícipes de un desastre que por aquel entonces aún no había sido escrito. Los dos, con la venda del vacío existencial sobre nuestros ojos caímos de pleno en el caos absoluto, apoyándonos en quien no debíamos, aceptando desesperadamente las caricias y el cariño de una mente confundida que acabó por aclararse y soltarse de nuestra mano.
Se alejaron de nuestro camino y reaundaron la relación...de hecho, ellos dos estaban juntos y lejos de allí en aquel preciso instante, mientras tú y yo compartíamos nuestro peculiar y silencioso dolor que nos hacía cómplices de una amargura infinita. Mi simetría sentada a escasos centímetros de mi y yo sin poder mediar palabra...Después de todo, quizá no lo sientas igual que yo.Qué locura...

1 comentario:

  1. Creo que comprendo lo que has escrito, y solo puedo decirte que no es un caso extraño. A mi también me ha pasado.

    Un saludo.

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