jueves, 3 de junio de 2010

Un lugar para el triédrico

Una vez más, entre la espada y la pared: Los libros me devoran y las letras se me agolpan a puñados, adhiriéndose a mi cerebro...formando una masa grisácea y viscosa. Una integral tras otra, cientos de procedimientos mecánicos por resolver que se expandirán por toda mi cabeza hasta ser vomitados sobre un folio en blanco dentro de unos días. Y es que, no puedo pensar, no puedo procesar, no sé si quiero esto, ni si quiera sé si estoy viviendo mi vida o caminando por el sendero que otros me trazan. Y así continuaré, con mi máscara de rostro sonrinte, con esa sonrisa "tan infinita" (curiosa expresión) como falsa.

El otro día, volviendo a mi ratonera, comencé a apreciar cosas prácticamente imperceptibles entre el bullicio de la multitud y el estruendo de la ciudad aquella mañana: Pude escuchar el sonido de mis pasos, el tintineo de mi colgante de metal chochando contra mi cuello, pude sentir el tacto rugoso de la pared descorchada y desteñida del "Alfonso" y el olor a virutas de lápiz de aquella papelería que siempre había estado allí. Todos los días regreso por el mismo camino...todavía no logro explicarme cómo llegué a estremecerme con sensaciones tan ordinarias y habituales.
Supongo que recorrí ese camino como si fuese la última vez, como si mañana el mundo ya no existiese, o quizás como si únicamente mi existencia se apagara mientras el mundo sigue su curso.

Maldito desierto sin oasis...Reset

1 comentario:

  1. Cuando me preguntan que qué quiero estudiar siempre digo que Biología o Medicina, esta última por mis padres, y siempre me dicen que estudie lo que yo quiera, que al final debo ser yo quien decida... y que razón tienen.

    Dices que no sabes si quieres "eso". Dudar del camino que escoges es normal cuando viene un tramo de dificultad, pero piensalo bien antes de dejarlo todo y espera a que pasen los exámenes. Yo haré lo mismo.

    Perdón por meterme en tu vida. Te leo. Suerte con los exámenes.

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